Carta al Pueblo de Dios en San
Justo
Cuaresma 2019
La Diócesis en camino
jubilar
A los sacerdotes, religiosas, religiosos,
agentes de pastoral y a todo el pueblo de Dios peregrino en San Justo.
La memoria siempre nos ayuda a echar raíces. La memoria agradecida del
pasado nos ayuda a mirar con esperanza el futuro y a no perder la
verdadera dimensión y valor del presente. Como Iglesia necesitamos siempre
hacer memoria, vivimos de una memoria que transforma nuestro presente; la
memoria de la fidelidad y del amor de Dios que son gracia y salvación para
todo aquel que cree. La memoria agradecida de todo lo que hemos vivido nos
ayuda a experimentar que no hemos caminado en vano, porque hubo un ayer,
pero también hay un hoy que nos cuestiona los pasos y nos encamina para
construir el mañana.
Celebrar el Jubileo Diocesano es hacer memoria de nuestra historia y de
nuestro pasado. Contemplar nuestra historia con reconocimiento nos lleva a
situarnos en el presente con gratitud y nos despeja la mirada para
vislumbrar el futuro con esperanza. No podemos dejar de dar gracias por
tantos hombres y mujeres que están en nuestros orígenes y que han
entregado sus vidas al servicio del Reino en esta Iglesia particular en
San Justo. Hombres y mujeres que a lo largo de estos 50 años llevan en su
corazón la semilla de la fe sembrada por obispos, sacerdotes, religiosas y
religiosos, catequistas y evangelizadores. Todos ellos, en el “pueblo de
Dios”, son “santos de la puerta de al lado… santos anónimos que, con sus
buenas obras, pueden transformar su entorno haciéndolo más cristiano, más
humano; son aquellas personas cuyo ejemplo de vida toca el corazón de
todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia
Con la responsabilidad de este bagaje, la celebración del Jubileo no puede
ser sólo memoria y gratitud, pasado y presente. La memoria del pasado
hecha celebración, nos pone de cara al futuro ante un grandísimo desafío.
Somos Iglesia en San Justo con características propias, surcada por
debilidades y grandezas y atravesada por diversas geografías sociales,
existenciales y religiosas. Pueblo de Dios caminante y comprometido en la
construcción del Reino, desde el aporte valioso de cada uno a partir de su
propia vocación. Todos estamos llamados a ser una Iglesia en salida
(E.G.), comprometidos a la luz del Evangelio a hacer más humano este
mundo, desde el compromiso del cuidado por la casa común (L.S.),
recuperando la dignidad de toda persona, con lazos de amor verdadero
(A.L.) teniendo siempre como horizonte y modo de nuestro peregrinar la
santidad (G.E.).
Los cambios de los últimos años le han dado bastante vértigo a nuestra
vida, dejándonos muchas veces la sensación de que las cosas se nos van
escapando, sin dejarnos nada. La constante movilidad nos lleva a
experimentar el desarraigo, por lo tanto, es bueno mirar para atrás, no
para detenernos sino, para tomar impulso. En el trabajo pastoral hemos
vivido y realizado como Diócesis muchas cosas, algunas han dejado huella y
han crecido, otras no, pero nos han servido, al menos, para ir haciendo el
camino.
Dios, nuestro Señor tiene un sueño y ese sueño consiste en hacer realidad
el trabajo pastoral con la energía que Él mismo pone en nosotros por su
Espíritu, convocándonos a descubrir caminos nuevos, invitándonos a recrear
nuestras vidas desde lo que somos y tenemos; y a no lamentarnos por lo que
ya no está, sino a poner todo nuestro empeño con fervor apostólico,
creatividad, constancia renovada y espíritu de comunión para descubrir los
signos de los tiempos como lo hizo el Señor en su andar peregrino y
misionero.
Que Dios los bendiga y la Madre de Dios nos acompañe.
Mons. Eduardo García
Obispo de San Justo
San Justo, 6 de marzo de 2019
Miércoles de Ceniza